Una periodista fue objeto de campañas de desprestigio. De otro se decía que era buscado para ser detenido. Y un tercero sufrió el allanamiento y clausura de su sala de redacción por parte de las autoridades, dos veces.
La represión obligó a estos tres periodistas a huir de sus países, pero incluso desde el exilio, siguen comprometidos con informar sobre lo que ocurre en su tierra de origen. Los periodistas compartieron sus historias con una audiencia en línea de casi 200 personas en un panel celebrado el 18 de noviembre por el Centro Knight para el Periodismo en las Américas.
“Voces en el exilio: periodismo, resistencia y resiliencia en América Latina” contó con la participación de Luz Mely Reyes, cofundadora de Efecto Cocuyo, de Venezuela; César Castro Fagoaga, cofundador de Revista Factum, de El Salvador; y Carlos Fernando Chamorro, fundador de Confidencial, de Nicaragua.
Chamorro se ha exiliado dos veces desde que comenzaron las protestas contra el Gobierno nicaragüense en 2018. La represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo no se hizo esperar. El Gobierno allanó y tomó el control de la sede de su medio de comunicación en dos ocasiones.
“Una cosa es una emergencia, cuando tienes que abandonar tu país para protegerte a ti mismo o a varios grupos de periodistas”, dijo Chamorro. “Otra cosa es el exilio permanente. Es una situación permanente que hemos vivido en los últimos cuatro años, desde 2021. Y no solo yo como director de Confidencial, sino toda nuestra redacción, todos”.
Chamorro añadió que ya no hay medios de comunicación independientes en Nicaragua y que decenas de periodistas se han exiliado para evitar el encarcelamiento.
“Cuando se han eliminado todas las libertades, cuando no hay libertad de reunión, libertad de movilización, libertad electoral, libertad religiosa, la última reserva de libertad es el periodismo en el exilio”, dijo Chamorro. “Esto es lo que nos mantiene trabajando, todos los días en el exilio”.
Castro Fagoaga sabía desde hacía años que el exilio era una posibilidad debido a su trabajo en El Salvador, y afirmó que incluso había advertido a su familia.
“Pero seguía siendo una realidad muy difícil de creer, muy difícil de afrontar. Sabíamos que llegaría el momento, pero no sabíamos exactamente cuándo”, dijo.
En mayo de 2025, el Gobierno comenzó a detener a personas de forma masiva. Fue entonces que llegó el momento de Castro Fagoaga para marcharse. Desde entonces, unos 53 periodistas de El Salvador se han visto obligados a exiliarse, según Reporteros sin Fronteras.
“Mi decisión de exiliarme fue un acto doloroso, pero necesario para sobrevivir. Fue una medida estratégica para protegerme a mí mismo y a mi familia, y para garantizar que la misión de Factum de informar sobre la verdad pudiera continuar desde fuera”, dijo.
Luz Mely Reyes reflexionó sobre el momento en que todos los periodistas deben decidir si continuar o cómo hacerlo cuando los gobiernos represivos intentan acabar con la prensa independiente.
“En mi caso, he dedicado toda mi vida, toda mi vida al periodismo”, dijo Reyes. “Siempre digo que tengo la suerte de haber crecido en una democracia. Eso me diferencia de otros jóvenes, de otras generaciones, que no pudieron ver cómo era la democracia. Por eso, también tengo una responsabilidad con esta generación que viene, porque podemos aprender unos de otros”.
Castro Fagoaga describió dos propósitos para hacer periodismo en el exilio.
El primero es servir como repositorio histórico frente a un régimen autoritario que intenta controlar la narrativa.
“Para mí, nuestro trabajo debe centrarse en documentar el momento preciso que estamos viviendo ahora mismo”, dijo. “Esto es muy importante para las futuras generaciones salvadoreñas y para quienes están fuera de El Salvador, para que comprendan cómo el país perdió su democracia y sucumbió a una nueva dictadura”.
El segundo propósito, dijo, es servir de advertencia a otros países.
“Nuestra experiencia es clara y dolorosa, y no solo la de El Salvador. También la de Nicaragua, Venezuela y Cuba”, dijo. “Es un doloroso recordatorio para los países que actualmente se sienten tentados por la idea de resolver los problemas de una nación mediante el populismo y el autoritarismo. Es fácil creer que entregar el poder absoluto a una sola persona es la forma más fácil de arreglar las cosas, pero nuestra historia, la historia del mundo, demuestra que eso es imposible”.
De cara al futuro, Reyes, que se autodenomina “la optimista” del grupo, afirma que ha recurrido a la comunidad en busca de apoyo mientras vive y trabaja en el exilio.
“Sigo haciendo mi trabajo, aunque la situación se complique, y sé en mi corazón, y tengo que decir en mi corazón y en mi alma, que nada dura para siempre”, dijo.
Castro Fagoaga dijo que ve esperanza en los periodistas que siguen trabajando desde el exilio y en las y los jóvenes que se están incorporando a la profesión y en su compromiso con la sociedad. Y, por último, también sabe que “ninguna dictadura es eterna”.
Chamorro dijo que la esperanza viene en forma de conexión con otros nicaragüenses que viven en el país y en el extranjero, y sabiendo que habrá un cambio.
“Nosotros no provocaremos ese cambio”, dijo. “Es decir, no tengo esa ambición ingenua, esa idea de que seremos los promotores del cambio, pero mientras estemos ahí, mientras contemos la historia, mientras critiquemos, creo que estamos construyendo esa libertad de conciencia, de resistencia, ese principio de cambio, para aquellos que tienen que hacer posible el cambio”.
Este artículo fue traducido con la ayuda de IA y revisado por César López Linares.